mtsosa
23-May-2011, 11:38
Estaba leyendo El Periodico de hoy, y en la seccion de opinión lei la columna de Dina Fernandez, acerca de Manuel Baldizon la cual me parecio muy acertada:si:, se las dejo y haber que les parece:cheebs:
La pulcritud del personaje tiene algo –o mucho– de inquietante.
Con el pelo corto, perfectamente engominado hacia la derecha, el saco negro, la corbata roja y los lentes de armazón ancha, entre Jean Paul Sartre y la Venganza de los Nerds, el candidato de Lider, Manuel Baldizón, le habla a mi inconsciente como una pesadilla retro, salpicada con imágenes en technicolor.
Es verlo en las vallas publicitarias y pienso en Maxwell Smart y los años 1960, en la guerra fría y la crisis de los misiles, en Kaos y Control, en los peinados bomba y los refugios atómicos.
Nos hemos reído a costillas de Baldizón, el hombre de los anuncios rojos y la vista puesta en el firmamento. Lo hemos llamado el “Chuck Norris” de la política chapina por sus promesas inverosímiles, por adjudicarse los goles de la Selección Sub-20, porque quizá está creído de que esclarecerá el asesinato de Tecún Umán, porque con su pelo estirado y sus libras de más lo vestimos de superhéroe y lo caricaturizamos en velas de Maximón.
A pesar de ello –o debido a ello- una encuesta reciente, levantada en mayo por el Instituto Internacional para la Cultura Democrática y la Fundación DESC, indica que el petenero que se erigió a sí mismo una estatua en Flores, ha alcanzado 10 por ciento de la intención de voto. Si la medición es correcta, es el candidato más próximo a los dos punteros: Otto Pérez y Sandra Torres.
En Guatemala padecemos de tal miopía política que nos imaginamos el futuro en periodos que abarcan semanas o meses, no décadas, ni siquiera quinquenios. De ahí que hoy el establishment del país convulsione ante la posibilidad de que la exprimera dama participe en los comicios y consiga una mayoría. Si ella inquieta a las egregias conciencias de la gente bien, aguanten un poco, porque en los próximos comicios, los de 2015, Baldizón los hará convulsionar.
De hecho, no debería hablar aquí en segunda persona, porque yo voy a ser la primera en hiperventilar. El candidato del Partido Lider me parece uno de los políticos más oportunistas, irresponsables y temibles que hayamos visto en muchos años.
Su trayectoria en el Congreso no augura nada bueno para Guatemala. Baldizón se formó en la UNE, de donde salió corregido y aumentado en mañas: experto en engrasar las maquinarias clientelistas y en crear grandes espejismos populistas. Es audaz y estratégico, de una megalomanía pornográfica, pero también ha demostrado que está dispuesto a hacer el trabajo minucioso de la hormiga y que sabe ejercitarse en la paciencia.
Cada vez que en el Legislativo se van a distribuir plazas directivas o presupuestos, él se saca de la manga toda la batería de trucos filibusteros. El deslenguado presidente de la Comisión de Finanzas del Congreso, Mario Taracena, lo ha apodado el Smiley, en honor al pandillero de la cara tatuada, excelso extorsionista, a quien cierto ministro de Gobernación, hoy preso, quiso culpar del descalabro de la seguridad pública.
Baldizón ha llenado el Petén de obra pública que lleva su nombre y ha cometido pecadillos patrimonialistas, como apropiarse de una lengua de agua en el lago Petén Itzá para embellecer una de sus propiedades.
Pero todo eso queda pequeño ante lo que hizo en un mitin en el sur del país. El doctor en Derecho, el hombre que ha pasado por algunas de las mejores universidades del mundo, se paró en una tarima y ofreció con voz tunante que en su primer mes de gobierno ejecutaría a los primeros diez condenados a muerte.
Ese ofrecimiento es una burla al sistema de legalidad en el país, porque él bien sabe que a pesar de las apariencias, no vivimos en un cuento de Lewis y él no es ningún Rey de Corazones para levantar el cetro y ordenar “off with their heads”.
La promesa es irrealizable, como mucho de lo que sale de la boca de Baldizón, pero desnuda, en un país abrumado por la violencia, un nivel de falta de escrúpulos que horroriza. Azuzar la sed de sangre y el irrespeto a la vida, después de las atrocidades que hemos visto, es aberrante.
Así que vayan poniéndole el ojo al candidato bufón, porque en poco tiempo no vamos a estar riéndonos de ese cóctel donde caben las fotonovelas y los aforismos revolucionarios.
Dina Fernández
La pulcritud del personaje tiene algo –o mucho– de inquietante.
Con el pelo corto, perfectamente engominado hacia la derecha, el saco negro, la corbata roja y los lentes de armazón ancha, entre Jean Paul Sartre y la Venganza de los Nerds, el candidato de Lider, Manuel Baldizón, le habla a mi inconsciente como una pesadilla retro, salpicada con imágenes en technicolor.
Es verlo en las vallas publicitarias y pienso en Maxwell Smart y los años 1960, en la guerra fría y la crisis de los misiles, en Kaos y Control, en los peinados bomba y los refugios atómicos.
Nos hemos reído a costillas de Baldizón, el hombre de los anuncios rojos y la vista puesta en el firmamento. Lo hemos llamado el “Chuck Norris” de la política chapina por sus promesas inverosímiles, por adjudicarse los goles de la Selección Sub-20, porque quizá está creído de que esclarecerá el asesinato de Tecún Umán, porque con su pelo estirado y sus libras de más lo vestimos de superhéroe y lo caricaturizamos en velas de Maximón.
A pesar de ello –o debido a ello- una encuesta reciente, levantada en mayo por el Instituto Internacional para la Cultura Democrática y la Fundación DESC, indica que el petenero que se erigió a sí mismo una estatua en Flores, ha alcanzado 10 por ciento de la intención de voto. Si la medición es correcta, es el candidato más próximo a los dos punteros: Otto Pérez y Sandra Torres.
En Guatemala padecemos de tal miopía política que nos imaginamos el futuro en periodos que abarcan semanas o meses, no décadas, ni siquiera quinquenios. De ahí que hoy el establishment del país convulsione ante la posibilidad de que la exprimera dama participe en los comicios y consiga una mayoría. Si ella inquieta a las egregias conciencias de la gente bien, aguanten un poco, porque en los próximos comicios, los de 2015, Baldizón los hará convulsionar.
De hecho, no debería hablar aquí en segunda persona, porque yo voy a ser la primera en hiperventilar. El candidato del Partido Lider me parece uno de los políticos más oportunistas, irresponsables y temibles que hayamos visto en muchos años.
Su trayectoria en el Congreso no augura nada bueno para Guatemala. Baldizón se formó en la UNE, de donde salió corregido y aumentado en mañas: experto en engrasar las maquinarias clientelistas y en crear grandes espejismos populistas. Es audaz y estratégico, de una megalomanía pornográfica, pero también ha demostrado que está dispuesto a hacer el trabajo minucioso de la hormiga y que sabe ejercitarse en la paciencia.
Cada vez que en el Legislativo se van a distribuir plazas directivas o presupuestos, él se saca de la manga toda la batería de trucos filibusteros. El deslenguado presidente de la Comisión de Finanzas del Congreso, Mario Taracena, lo ha apodado el Smiley, en honor al pandillero de la cara tatuada, excelso extorsionista, a quien cierto ministro de Gobernación, hoy preso, quiso culpar del descalabro de la seguridad pública.
Baldizón ha llenado el Petén de obra pública que lleva su nombre y ha cometido pecadillos patrimonialistas, como apropiarse de una lengua de agua en el lago Petén Itzá para embellecer una de sus propiedades.
Pero todo eso queda pequeño ante lo que hizo en un mitin en el sur del país. El doctor en Derecho, el hombre que ha pasado por algunas de las mejores universidades del mundo, se paró en una tarima y ofreció con voz tunante que en su primer mes de gobierno ejecutaría a los primeros diez condenados a muerte.
Ese ofrecimiento es una burla al sistema de legalidad en el país, porque él bien sabe que a pesar de las apariencias, no vivimos en un cuento de Lewis y él no es ningún Rey de Corazones para levantar el cetro y ordenar “off with their heads”.
La promesa es irrealizable, como mucho de lo que sale de la boca de Baldizón, pero desnuda, en un país abrumado por la violencia, un nivel de falta de escrúpulos que horroriza. Azuzar la sed de sangre y el irrespeto a la vida, después de las atrocidades que hemos visto, es aberrante.
Así que vayan poniéndole el ojo al candidato bufón, porque en poco tiempo no vamos a estar riéndonos de ese cóctel donde caben las fotonovelas y los aforismos revolucionarios.
Dina Fernández