En San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, está en juego un nuevo modelo de entendimiento y progreso
No deja de causar perplejidad, que en un territorio diminuto y olvidado desde tiempos inmemoriales, enclavado en el corazón de Los Cuchumatanes, Huehuetenango, se concentren tantas paradojas y complejidades. Y, sin embargo, potencialmente, puede transformarse en el epicentro de un nuevo modelo de crecimiento económico y progreso social, que privilegie la convivencia en armonía, en un contexto de pluralidad, discusión y diálogo, que permita erradicar la cultura del discurso único, la intransigencia, la intolerancia y la polarización.
Junto con otros municipios vecinos como Barillas, Santa Eulalia, San Juan Ixcoy o Nentón, San Mateo Ixtatán simboliza el enorme desafío que representa para el Estado de Guatemala, establecer por primera vez un efectivo control territorial, bases de gobernabilidad y todas las condiciones y requisitos indispensables para que el desarrollo integral de su gente tenga viabilidad.
En este territorio fronterizo abandonado a su suerte, campea el crimen organizado, en particular el narcotráfico, el trasiego de armas, la extorsión y el flujo de migrantes indocumentados, que cada vez más son instrumentalizados a la fuerza por los traficantes de drogas. Debido a estas circunstancias, no deja de resultar insólito y causa de confusión -incluso por parte de expertos en desarrollo, pero que carecen de conocimiento y experiencia basada en las realidades locales- que con el objetivo de buscar mantener alejados al Estado y sus instituciones, tengan lugar llamados frecuentes y alarmantes para “defender el territorio” de parte de agrupaciones con discursos intransigentes y radicales de supuesto trasfondo social o indígena.
En medio de este panorama enrarecido, representa una esperanza para San Mateo Ixtatán, el proceso de diálogo y negociaciones que se están llevando a cabo, por cierto con éxito, entre el Gobierno de la República, la Corporación Municipal, el sector privado y las organizaciones sociales provenientes de las diferentes corrientes de pensamiento, que con el apoyo de Monseñor Ramazzini como observador y garante, tiene como objetivo establecer una hoja de ruta que viabilice el desarrollo en ese bello pero castigado municipio.
Recuperar la viabilidad económica y política en el norte de Huehuetenango y de tantos otros departamentos y municipios del país es, además, un desafío geopolítico, pues mientras persistan bajo el control de grupos armados ilegales y del crimen organizado, vecinos como México y Estados Unidos y los propios guatemaltecos serán testigos mudos de cómo se acrecientan exponencialmente las amenazas a su propia seguridad nacional.
El reto es de grandes proporciones e involucra respuestas apropiadas, no solo del Organismo Ejecutivo, sino que también del sistema de Justicia en su conjunto y de todas las instituciones del Estado. Mientras esa situación no se resuelva, el norte de Huehuetenango seguirá siendo un territorio sin ley, sin gobernabilidad, pero sobre todo, un territorio donde el desarrollo seguirá ausente. En su población se concentran los más altos índices de pobreza, extrema pobreza y desnutrición infantil crónica y se ha experimentado desde siempre marginación y exclusión económica, política y social.