Riesgoso ridículo en el aeropuerto
Mario Antonio Sandoval
La semana pasada, con bombos y platillos entusiastamente tocados por el presidente Jimmy Morales y por las autoridades de Aeronáutica Civil y otras del Ministerio de Comunicaciones, fue anunciada la “certificación” del Aeropuerto Internacional La Aurora, milagrosa y rápidamente arreglado en todas sus deficiencias. Poco duró esa broma de humor negro: porque al día siguiente los pilotos organizados manifestaron en conferencia de prensa su extrañeza y rechazo a tal afirmación mentirosa. El tema comenzó a ser investigado y pronto salió a luz la verdad: se trataba de una calificación interna, hecha por las mismas personas cuya tarea mal hecha es la razón principal para las preocupaciones y señalamientos nacionales y foráneos acerca de ese aeropuerto.
Las advertencias al respecto de La Aurora provienen, entre otras entidades, de la NASA estadounidense. Se refieren a uno de los peores riesgos de la aeronavegación: accidentes a causa de información errónea otorgada por la torre de control. El piloto de un Boeing 737 no obedeció señalamientos equivocados y por fortuna no pasó a más, pero el reporte del incidente fue enviado a donde corresponde. No está de más recordar el caso de un avión igual de la desaparecida TACA, estrellado en un cerro en un vuelo nocturno a causa de descuido de la torre salvadoreña. Todos murieron. Los controladores aéreos no sólo deben ser profesionales sino bien pagados, entrenados, con horarios adecuados de trabajo y en número suficiente.
El anuncio de la falsa certificación es un ridículo más del actual gobierno. La incapacidad generalizada no permite a sus integrantes entender las consecuencias de sus gracejadas. Si el aeropuerto La Aurora no llena la totalidad de los requisitos sin lugar a dudas luego de las revisiones de entidades mundiales de transporte aéreo, se corre el riesgo de un retiro voluntario de líneas aéreas internacionales. No se necesita ser sabio para entender los motivos, ni tampoco para darse cuenta de las terribles consecuencias de un hecho así para la vida del país, especialmente en el turismo. Muy pocos querrán viajar a un país con una deficiente organización en la torre de control y la oficina estatal encargada. Y los pilotos tampoco querrán hacerlo. Lógico.
Las terminales de los aeropuertos son espejos del país, tanto para la llegada como para la salida. La Aurora no tiene aire acondicionado, sanitarios en número y localización adecuadas, información fácil de leer para quienes esperan afuera y a la intemperie los datos de los vuelos. No es suficiente su número de aparatos revisores de equipaje, ni es adecuado el sistema de entrega de las maletas. Estas deficiencias pueden ser vistas por los pasajeros, pero poca duda puede haber acerca de situaciones especiales en otras áreas del edificio, ni de los sistemas técnicos para los aviones, cuerpos de bomberos, y sobre todo para el ingreso y salida ilegal de cualquier objeto, especialmente drogas.
Es difícil dirigir las entidades relacionadas con un tema tan complicado, del cual dependen tantas y tan variadas actividades y sobre todo el buen nombre del país. El principal interesado en hacer todo lo necesario para borrar el ridículo, es el propio presidente Jimmy Morales, a quien de nuevo su gente cercana lo coloca en muy mal sitio a causa de su desconocimiento técnico de temas de la complicación del transporte aéreo. El peor efecto es la desconfianza sembrada en los usuarios, una de esas actitudes humanas facilísimas de adoptar y de mucha dificultad para borrar. Mientras, sólo queda esperar cómo actuará el país si tan solo se retira una línea aérea internacional.