[chronos]

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La distribución de los Q3.5 millardos

Por: Jose Rubén Zamora


En todos lugares se cuecen habas, sin embargo en Guatemala sólo habas se cuecen: este domingo, a puerta cerrada, con desparpajo, inmoralidad, cinismo y absoluto desprecio y desdén a los guatemaltecos, no obstante la devastadora pandemia exponencial que empezamos a experimentar y que se traducirá en consecuencias sanitarias y económicas de proporciones incalculables y sin precedentes conocidos, los diputados encabezados por el Pacto de Corruptos, entre ellos, el emblemático granuja, canalla, bribón y ladronzuelo de Felipe Alejos, se han recetado un paquete para la cleptocracia de nada menos Q 3.5 millardos (Q 3.5 mil millones) para llenar sus bolsillos disfrazándolos, distribuyéndolos y destinando en diferentes entidades del Estado.

Además, están aprobando Q1.5 millardos para honrar deuda externa, cuando, incluso el propio Fondo Monetario Internacional, recomendó tanto a los gobiernos como a las organizaciones financieras multilaterales, que esperen un momento propicio y más afortunado para renegociar pagos de deuda externa y llegar a acuerdos en momentos de mayor certidumbre y calma económica. La amortización de estos Q 1,500 millones pudiesen haberse retenido para una segunda “ola” de combate a la catástrofe que inevitablemente vendrá y los organismos financieros internacionales en esta coyuntura de crisis generalizada a escala global, nos hubiesen comprendido y apoyado sin mayores discusiones. No cabe duda estamos en manos de una mayoría de diputados malandrines e ignorantes enciclopédicos de colección.

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Que vergüenza de Congreso

No permitamos semejante atropello! Hoy es Patzún. ¿Quién será mañana?

Por: Dr. Francisco Arredondo

Solo el 16 por ciento, equivalente a Q826 millones de los Q5 mil 138.9 millones de la ampliación presupuestaria aprobada este Domingo de Ramos en forma vertiginosa por un Congreso deleznable, va dirigido para atender la pandemia COVID-19, el resto es para pagar dudosas obras antiguas, compromisos políticos como pactos colectivos con Joviel Acevedo, financiar negocios turbios, etc.Todo repudiable.

Aún peor, solo Q370 millones serán para comprar ventiladores y pruebas para COVID-19, es decir que menos del ocho por ciento de la multimillonaria ampliación se utilizará para lo realmente importante y vital. ¿Cuántos guatemaltecos sufrirán duramente o incluso podrán perder la vida por la incapacidad y codicia de un Congreso insensible y ciego ante la severidad de la pandemia a la cual lamentablemente parece solo han usado como excusa para oscuros fines sin entender la magnitud de la tragedia que ya se está dando pero podría ser peor sino no se toman las medidas adecuadas.

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Y después, ¿qué?

Mientras más drásticas sean las medidas para evitar el contagio, más rápido podremos retomar el camino.[/url]

Por: Estuardo Porras Zadik

La humanidad se enfrenta a una prueba sin precedentes: una crisis global que promete cambiar no solo los sistemas de salud, sino también la política, la economía y hasta la cultura. La humanidad se definirá con un antes y un después de la pandemia del COVID-19. Una posición delicada para los líderes a quienes les compete la toma de decisiones, ya que será a partir de ellas que se definirán nuestras vidas en los años por venir. El fin de esta tormenta llegará, no sin antes dejar la huella devastadora. Serán las decisiones y acciones que tanto los gobiernos como las personas realicen, las que determinarán el impacto de esa huella.

Según los expertos, la mayoría sobrevivirá independientemente de cuánto seamos capaces de evitar la propagación del virus. Esta premisa podría ser la responsable de la reacción relajada de algunos líderes y sectores, al anteponer los efectos y consecuencias a largo plazo. Estamos llamados a actuar con rapidez, y que las decisiones tomadas sean definidas. No hay mucho espacio para equivocarnos, sin embargo, hay que comprender qué tan irresponsable es pensar solo en el cortísimo plazo, como lo es solo apostarle al futuro. La amenaza inmediata es el contagio, la propagación del virus, el colapso de los sistemas de salud y la muerte de un porcentaje de la población. La mejor arma es el distanciamiento social. El virus se mueve si nosotros nos movemos; por ende, si no nos movemos el virus se detiene. Las medidas de distanciamiento social y aislamiento terminaron convirtiéndose en el protocolo adoptado por la mayoría de los gobiernos alrededor del planeta. Unos más extremos que otros, algunos irresponsables que tarde se sumaron y una muy pequeña minoría laxa que hasta ahora empiezan a endurecer su postura. A mediano y a largo plazo se vislumbra una economía en ruinas que nos impactará de manera horizontal y una situación devastadora en la psicología de la sociedad, producto de la brutal incertidumbre y el paralizante miedo. La alternativa de aislamiento social que conduce a la parálisis económica es utópica y ni siquiera las economías más desarrolladas del Primer Mundo la pueden sostener. Estos son protocolos aplicables para una minoría privilegiada. El objetivo ahora sin duda debe ser salvar vidas, pero debemos tener muy en cuenta que las alternativas que elegimos para superar la amenaza inmediata afectan y definen directamente el mundo que habitaremos una vez pase la tormenta.

Ante esta compleja situación, ¿qué podemos esperar de países como el nuestro? Empecemos por los más vulnerables. “Quédate en casa”, supone el privilegio de tener casa y poder quedarse en ella. De igual manera, presume la capacidad de vivir de sus ahorros para aquellos que viven al día y dependen de sus labores para sobrevivir. “Lávate bien las manos”, supone también que existe suministro de agua potable generalizada. El aislamiento social, el Toque de Queda, el cierre parcial o total de la economía caerán sobre una población ya de por sí con evidentes carencias económicas y sociales. Nuestra realidad es el peor enemigo en esta crisis: economías frágiles, déficit en infraestructura básica, un carente sistema de salud pública, una endémica economía informal que vive de su labor diaria, la niñez condenada a la desnutrición crónica, etc. La gran mayoría de negocios se encuentran con una disminución o falta total de ingresos. La industria, a excepción de la alimenticia, está paralizada; forzando a muchas compañías a prescindir de sus colaboradores. Al aumentar el desempleo por el cierre de empresas se prevé la falta de liquidez, el desabastecimiento y la posible convulsión social ante la desesperación. La situación es compleja para todos, sin excepción, y nuestro gobierno hace su mejor esfuerzo ante una crisis sin precedentes.

Mientras más drásticas sean las medidas para evitar el contagio, más rápido podremos retomar el camino. Es indiscutible que esta parálisis cobrará su factura. Sin embargo, aquellas naciones que postergaron las medidas eventualmente tuvieron que ceder. Nuestra triste realidad nos deja sin otra alternativa más que evitar el contagio y su propagación. Asumamos nuestra responsabilidad y apoyemos a quienes no se puedan dar el lujo de hacer una pausa. Salvemos vidas, pero seamos conscientes de lo que nos espera más adelante.