Viajó de Lleida a Dakar en "Mobyllette"

[Maltyox]

Extraído de motos.net,del periodico "La Mañana" del viernes 18 de enero de 2008

"El Rally Dakar ha degenerado mucho", sentencia Ignasi Florensa Ferran, un vecino de Sudanell loco por las motos que en 1990 cubrió un recorrido similar hasta llegar a Dakar en una Mobylette de 49 centímetros cúbicos. Cuando alcanzó su meta, vendió la moto por 7.000 pesetas y volvió en avión.



Conocido como "el garrafas", Ignasi Florensa Ferran, un caballero andante del siglo XX, cubrió en 1990 un recorrido similar al que la caravana del Dakar debía comenzar el pasado día 5 de enero y que se frustró por la amenaza del terro de Al Qaeda. Eso sí, las similitudes son muchas pero las diferencias son más. Florensa, natural de Sudanell, viajó a lomos de una Mobylette de 49 cc y con 2,8 cv de potencia por la ruta africana del Oeste, llegó a la capital senegalesa, no sin problemas, pero su película mental no era la de la prueba competitiva, por lo que no visitó el mítico Lago Rosa simplemente "porque ni me lo planteé".

"El Rally Dakar ya ha degenerado mucho"

Ignasi Florensa Ferran (Sudanell, 1950) es un motero empedernido, un aventurero sin límites y, sobre todo, un apasionado de las culturas que en mayor medida difieren de nuestro mundo occidental. Antes de echarse a la carretera para completar su locura más sonada, el leridano ya se vio atraído por el continente negro gracias a un viaje en bicicleta de 1.500 kilómetros por Marruecos. Por ello, y muy posiblemente inspirado por la gran aventura del extinto rally París-Dakar, se propuso el reto de realizar la travesía del oeste africano en 1.990 a lomos de una Mobylette de 49 centímetros cúbicos con un desarrollo de únicamente 2,8 caballos.

Tras ser tildado de "loco y haber contactado con amistades para contar con un remanente económico de garantías -"las instituciones y los espónsors tan sólo me hicieron perder el tiempo"-, el piloto más osado de Sudanell emprendió el viaje de su vida.

Con poco más de 400.000 de las antiguas pesetas, varias herramientas y recambios para ejercer de mécanico en medio de la nada y una brújula, Ignasi Florensa puso rumbo a África. El punto de partida fue la Plaza Berenguer IV de Lleida "una fría mañana de febrero" y durante tres meses cruzó Argelia, Níger, Costa de Marfil y Guinea Conakry hasta llegar a la mítica ciudad senegalesa de Dakar. "No fui al Lago Rosa simplemente porque yo no llevaba la película del Dakar como una competición. Ni me acordé de ir a verlo", asegura sin pudor. Las primeras Adversidades no tardaron en llegar. El calor del Sáhara hido mella en sus fuerdas, pues "si no hubiera esperado ayudas institucionales habría salido un mes y medio antes y las insolaciones no hubieran aparecido", aunque tan sólo una vez se le pasó por la cabeza retroceder.




"Hay un tramo de 400 kilómetros en el gran arenal de Argelia, cuyo momento crucial está en la mitad. Piensas en volver pero no lo haces porque sería imposible tener tanto combustible". Entre tanto, Florensa se encontró con muchas adversidades pero muy pocas con las fuerzas de seguridad y autóctonos de la zona. "Había veces que la policía me invitó a cenar en su cuartel y a la vez intercambiabas anécdotas". Con todo, y después de asegurar que "África es un conflicto desde que las grandes potencias de la época se repartieron el pastel poniendo fronteras donde no las había y separando culturas", el piloto explica que "no padecí las guerras porque tenía claro que para viajar hay que ir de humilde y acostumbrarte al entorno. No fui vestido de romano como los dakarianos". Asimismo, apunta en un alarde de romanticismo que "el DAkar ha degenerado y no se parece al de Thierry Sabine, que era su cerebro". Su denuncia se centra en que la prueba sólo es "dinero" y que "muchos famosos sólo van con la intenció de salir en las revistas". Su proyecto salió a la perfección y puede que todavía no haya dicho su última palabra.





Pinchó más de cuarenta veces y regresó en avión



Después de casi dieciocho años de su particular vuelta al mundo, Ignasi Florensa no recuerda cuánto fueron los kilómetros del trayecto pero nunca se le olvidarán las más de cuarenta veces que tuvo que arreglar los pinchazos que sufrieron los vetustos neumáticos de su máquina.

Entre los muchos enseres necesarios para realizar la travesía contaba en su equipaje con correas -"tuve que cambiarlas en dos ocasiones"-, radios-"no rompí ninguno"-,dos cadenas-que también utilizó-,cojinetes-"que fueron innecesarios"- y aún así, uno de los momentos de mayor preocupación por la salud de su máquina llegó cuando fundió tres de las cuatro bujías que llevaba al darse cuenta muy tarde de que la gasolina de Argelia era mñas floja que la de España. Un taller mecánico le libró de sus preocupaciones y su rumbo siguió incesante hasta su meta de Dakar.



Sin duda, la instantánea ante el cartel de bienvenida a la capital de Senegal era cita más que obligada y así lo hizo. Tres meses después de su partida, Florensa llegaba a la ciudad africana en la que se había impuesto su meta. Ya podía girar y dar media vuelta. No obstante, las rencillas entre los gobiernos de Senegal y el de Mauritania truncaron sus aspiraciones de regresar por una nueva ruta trabajada en su mente y optó por vender su tan preciado velomotor. El amo de un taller le dio siete mil de las antiguas pesetas por la máquina española hispano-francesa y el billete de avión de regreso le costó setenta mil pesetas. Muy posiblemente, éste fuera uno de los negocios que peor le salieron a Ignasi Florensa por tierras africanas.

'Brújula y un "ploter" '

Florensa es de los de antes. Cierto es que en los años noventa el GPS no existía, pero aunque hubiera existido el extrovertido piloto de Sudanell no lo hubiera utilizado. "yo hago el trazado con un plotter y me oriento a través de la brújula". En la actualidad, una de sus pasiones son las avionetas-"me encantaría volar a África pero para eso hace falta mucho tiempo y sobre todo dinero"- y es de la opiniñon de que "enseñar a pilotar un avión con GPS es como enseñar a un niño a sumar con calculadora. Estas máquinas van bien mientras funcionan, pero cuando no..."

La historia de Lluc Rodamón- Ignasi Florensa en Desde el arcén-no tienen desperdicio porque como él explica "cuando vas a África el reflejo de los cristales de las gafas es totalmente diferente".


Una forma diferente de "tunear" motos

Ignasi Florensa ha tenido en sus 58 años de vida alrededor de treinta motocicletas. Al igual que estuvo noches en vela preparando su Mobylette para la aventura, la mayoría que sobreviven en su taller están tuneadas por sus propias manos. Las garrafas de líquido para sulfatar sirven de maletas laterales y la lata de cerveza más genuina puede servir de compartimento para todo.




mi huevo que de ahuevo el tuning que hizo

[moto_che]

interesante articulo, gracias por compartirlo.

[kamikaze27]

nice articulo



salu2

[bikercko]

chilerisimo, han oido del chavo que esta dandole la vuelta al mundo en una yamaha 125cc desde hace 4 años creo, ese tambien se esta dando su buen colazo

[▓ LITIO ▓]

Y La Mara Se Chivea Ir En Su Motia A La Caravana.....